Siguiendo la recomendación de la Lonely Planet llegamos a este restaurante en una callejuela próxima al Patpong. Tal vez por la música tradicional thai que suena en la terraza, tal vez por la excelente cocina o tal vez por ambas cosas, el local está siempre lleno por lo que conviene no llegar muy tarde o reservar. Las mesas en el patio son muy agradables pero, dependiendo de la época del año, conviene cenar en el interior, igual de bonito y tranquilo, al abrigo de cualquier chaparrón repentino. Los camareros son amables y eficientes, los platos están deliciosos y muy bien presentados y el precio es inmejorable. ¿Se puede pedir algo más?
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